¡Volvió la esperanza! Lyan Hortúa, el niño de 11 años secuestrado en Jamundí, fue liberado tras 18 días de angustia nacional

Valle del Cauca, mayo de 2025 — Luego de 18 días de angustia, incertidumbre y una intensa presión social, el pequeño Lyan José Hortúa, de apenas 11 años, fue liberado sano y salvo por sus captores en una zona rural cercana al corregimiento de Timba, en el departamento del Cauca. El secuestro del menor, ocurrido el pasado 3 de mayo en el corregimiento de Potrerito, municipio de Jamundí, mantuvo en vilo a toda Colombia, que desde el primer momento se unió en una sola voz para exigir su regreso.


📍 Así ocurrió el secuestro

La noche del 3 de mayo, cinco hombres armados irrumpieron violentamente en la vivienda donde residía el niño con su madre y su padrastro. En medio de la confusión, los delincuentes encañonaron a los presentes y se llevaron a Lyan a la fuerza, tras retener por algunos minutos a la empleada del hogar, quien fue liberada posteriormente.

Según las investigaciones, el verdadero objetivo del secuestro era el padrastro del menor, quien al momento del asalto no se encontraba en la casa. Se presume que al no hallarlo, los hombres decidieron llevarse al niño, cometiendo lo que hoy las autoridades califican como un “error criminal”, que terminó por exponer ante el país y el mundo el nivel de violencia e inhumanidad de los grupos ilegales que siguen operando en la región.


🕊️ Liberación mediante misión humanitaria

La liberación de Lyan se logró gracias a una articulación entre organismos defensores de derechos humanos y actores humanitarios. Una comisión integrada por la Defensoría del Pueblo, la Arquidiócesis de Cali y la Misión de Verificación de la ONU recibió al niño en zona rural del Cauca. Tras ser entregado, fue trasladado inmediatamente a la Clínica Valle del Lili en Cali para una valoración médica.

Según el personal médico, Lyan presentaba un cuadro de deshidratación leve y signos de cansancio, pero en general su estado de salud era estable. Se le practicaron exámenes físicos y emocionales, y posteriormente fue entregado a su madre, Angie Bonilla, en un conmovedor reencuentro que fue captado en imágenes cargadas de lágrimas, abrazos y alivio.


💬 “Un milagro de Dios”: la voz de la madre

Angie Bonilla, madre del menor, no dudó en calificar la liberación de su hijo como un “milagro de Dios”. Durante los días de cautiverio, lideró múltiples llamados a la comunidad internacional, a las autoridades y a los medios de comunicación para mantener viva la atención sobre el caso. Uno de los mayores temores de la familia era el delicado estado de salud del niño, quien sufre de una condición pulmonar que requiere atención constante y medicamentos específicos.

“Gracias a todos por no olvidarse de mi hijo. Le rogué a Dios todos los días, y hoy puedo abrazarlo. No puedo describir lo que siento”, expresó conmovida tras el reencuentro.


🚨 ¿Quiénes fueron los responsables?

Aunque la investigación continúa en curso, las autoridades señalan como principales responsables del secuestro a miembros de las disidencias de las FARC, específicamente a la estructura “Jaime Martínez”, que opera en la región del suroccidente colombiano. Se trataría de un grupo armado residual que ha venido utilizando el secuestro como herramienta de presión territorial y financiera, especialmente en zonas rurales de difícil acceso.

El presidente de la República condenó el hecho y reiteró su rechazo a la práctica del secuestro, calificando a sus autores como “esclavistas del siglo XXI”. También exigió a los grupos armados cesar todo acto de violencia contra menores de edad, recordando que el Derecho Internacional Humanitario prohíbe expresamente cualquier acción contra la población civil, y más aún contra niños.


🧸 Un país que no se rindió

La historia de Lyan Hortúa unió a millones de colombianos en una sola causa. Desde cadenas de oración, plantones ciudadanos, pronunciamientos de líderes políticos, hasta mensajes de solidaridad de figuras públicas, el caso movilizó el corazón del país.

Ni las amenazas, ni el silencio inicial impidieron que la sociedad civil mantuviera viva la exigencia por la liberación del menor. Fue esa presión constante la que, sumada a la mediación humanitaria, terminó por abrir las puertas de la libertad para Lyan.


🔎 Reflexión y retos tras la liberación

Aunque el desenlace ha sido feliz, el caso de Lyan deja abiertas profundas reflexiones: ¿cómo es posible que en pleno 2025 siga habiendo niños secuestrados en Colombia? ¿Por qué siguen existiendo grupos armados que recurren al dolor y al miedo para imponer su poder? ¿Qué más puede hacer el Estado para garantizar que ningún niño vuelva a vivir lo que vivió Lyan?

La respuesta pasa por fortalecer la seguridad en los territorios, desmantelar estructuras ilegales, pero también por garantizar el desarrollo social y la presencia integral del Estado en las regiones más vulnerables del país.


🙌 Final feliz, pero con memoria

Hoy, Lyan está de nuevo en casa. Pero el país no debe olvidar. Su historia, su sonrisa, y su valentía deben ser un símbolo de lucha contra la barbarie. Que su libertad sea el inicio de un compromiso renovado por la infancia, la justicia y la paz.

Porque ningún niño debe vivir con miedo.
Porque la libertad no debe ser un milagro.
Porque Colombia merece que todos sus hijos crezcan en paz.

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