Contexto
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La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) emitió una sentencia contra los siete miembros del último Secretariado de las FARC por el crimen de secuestro.
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Este fallo se considera histórico porque:
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Reconoce la responsabilidad colectiva de la cúpula guerrillera.
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Declara que los secuestros constituyeron crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.
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Establece que se cometieron torturas, esclavitud, violencia sexual, tratos crueles e inhumanos contra más de 21.000 personas.
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Los responsables
Los siete sancionados son:
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Rodrigo Londoño (“Timochenko”)
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Pastor Alape
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Milton de Jesús Toncel (“Joaquín Gómez”)
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Pablo Catatumbo
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Julián Gallo (alias Carlos Antonio Lozada)
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Rodrigo Granda
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Jaime Alberto Parra
Las sanciones
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Duración: 8 años (máxima pena en la JEP para quienes reconocen responsabilidad).
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No hay cárcel, ni pérdida de derechos políticos. Algunos continúan o podrían volver al Congreso si son elegidos.
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Restricción de libertad limitada: controles sobre movilidad y horarios, pero sin prisión ni brazaletes electrónicos claros.
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Obligación de trabajos restaurativos en cuatro frentes:
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Desminado humanitario
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Búsqueda de desaparecidos
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Proyectos de memoria y reparación simbólica
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Iniciativas ambientales y agrícolas
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Tensiones y críticas
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Para muchas víctimas, las sanciones resultan frustrantes por la falta de cárcel, indemnizaciones o restricciones claras.
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La percepción es que las penas son más “administrativas” que de sacrificio real.
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El gobierno no ha garantizado suficiente presupuesto para implementar estos proyectos de reparación.
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La aceptación de responsabilidad y las disculpas públicas (como la de Timochenko, que describió el secuestro como “crueldad, locura y asco”) son vistas como un paso importante, pero no suficientes para todos.
Balance
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El fallo es un hito jurídico y político: reconoce la magnitud de los crímenes y obliga a los excomandantes a responder ante la justicia.
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Sin embargo, también abre un debate sobre la proporcionalidad de las sanciones frente a los horrores cometidos.
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Marca un precedente en justicia transicional, aunque deja un “sapo difícil de tragar” para muchas víctimas.