En Medellín, los espacios deportivos no son solo escenarios para la actividad física; son refugios urbanos, puntos de encuentro social y símbolos de convivencia barrial. La reciente renovación de la Unidad Deportiva La Floresta, ubicada en la comuna 12 – La América, es un ejemplo claro de cómo la recuperación del espacio público puede impactar positivamente en la dinámica social de una comunidad. Más allá de una obra de infraestructura, se trata de un proyecto social que busca devolverle vida y sentido de pertenencia a una zona tradicional de la ciudad.
El Proyecto de Renovación: Más que una cancha, un espacio vital
La intervención realizada abarcó más de 4.000 metros cuadrados, donde el cambio de la grama sintética de la cancha de fútbol fue solo una de las acciones destacadas. A esto se sumaron trabajos esenciales como la reparación y adecuación del cerramiento perimetral, modernización de las porterías y mejora de los sistemas de drenaje, cajas y cárcamos. Todo ello acompañado de una limpieza integral de zonas verdes y aplicación de pintura en áreas comunes.
Este tipo de obras no solo mejoran las condiciones físicas de los escenarios deportivos, sino que dignifican el entorno, brindando seguridad, estética y funcionalidad a un espacio que acoge diariamente a niños, jóvenes y adultos. La inversión, que superó los 1.771 millones de pesos, busca beneficiar directamente a más de 8.000 usuarios, incluidos clubes, ligas locales y practicantes recreativos.
Impacto Social: El deporte como estrategia de prevención
El valor social de este tipo de proyectos trasciende lo deportivo. La adecuación de la Unidad Deportiva La Floresta responde a una necesidad urgente en las comunas: ofrecer escenarios seguros y adecuados que permitan a la juventud canalizar sus energías en actividades sanas. Es una apuesta estratégica contra problemáticas urbanas como el consumo de sustancias, el reclutamiento de menores y la violencia juvenil.
Desde el ámbito institucional se insiste en que los espacios deportivos funcionan como escudos sociales y entornos protectores. La presencia de niños y jóvenes en las canchas reduce su exposición a riesgos y fortalece procesos de formación en valores como la disciplina, el respeto y el trabajo en equipo.
Vocación Comunitaria: Deporte y convivencia para todos
Históricamente, La Floresta ha sido mucho más que una cancha de fútbol. Es un espacio barrial con vocación comunitaria, un punto de encuentro donde convergen generaciones y culturas, y donde las ligas aficionadas han escrito parte de la historia deportiva local. Con esta renovación, la administración busca no solo devolverle su esplendor físico, sino reactivar su rol como epicentro de integración social.
Además de los 12 clubes deportivos que regularmente utilizan la cancha, se espera que el espacio se convierta en escenario para eventos recreativos, jornadas culturales, actividades interbarriales y torneos comunitarios, fortaleciendo así el tejido social de la comuna 12.
La visión de ciudad: Medellín, capital del espacio público activo
La entrega de la Unidad Deportiva La Floresta se enmarca en una visión de ciudad que entiende el espacio público como un derecho colectivo y un recurso estratégico para el desarrollo social. Medellín ha venido consolidando una política de recuperación de escenarios deportivos y recreativos que incluye parques, ciclovías, zonas verdes y centros deportivos, priorizando los territorios que históricamente han carecido de infraestructura adecuada.
La recuperación de este escenario no es un hecho aislado. Hace parte de un plan integral que busca devolverle a la ciudadanía espacios dignos para el deporte, la recreación y la convivencia, apostando a largo plazo por comunidades más cohesionadas, activas y resilientes.
Conclusión: La cancha es de todos, la ciudad también
La Unidad Deportiva La Floresta renace como un símbolo de recuperación barrial, un espacio vital que vuelve a latir al ritmo del balón, de las risas de los niños y de los gritos de gol. Medellín, al recuperar estos escenarios, no solo mejora su infraestructura, sino que apuesta por el bienestar emocional, físico y social de sus habitantes.
El reto ahora está en que la comunidad se apropie, cuide y proteja este espacio, porque una cancha viva es un barrio seguro, y un barrio seguro es una ciudad que progresa.