Alerta en Colombia: los secuestros alcanzan cifras históricas por disputas territoriales entre grupos armados

El flagelo del secuestro regresa con fuerza en 2025, impulsado por la fragmentación del conflicto armado y la incertidumbre en las políticas de seguridad.


Entre enero y abril de 2025, Colombia ha registrado 131 casos de secuestro, marcando el cuatrimestre más violento en esta modalidad en casi 15 años. Este preocupante repunte refleja no solo el recrudecimiento de la violencia, sino también una alarmante tendencia del uso sistemático del secuestro como herramienta de guerra por parte de grupos armados ilegales, en especial el ELN y las disidencias de las FARC.


🔫 El secuestro como arma de control y financiamiento

Según análisis de organismos de seguridad, los grupos armados están recurriendo al secuestro con doble propósito: obtener recursos económicos mediante cobros de rescate y enviar mensajes de poder territorial en zonas donde se disputan corredores estratégicos para el narcotráfico y la minería ilegal.

Las víctimas no son únicamente figuras de poder económico o político. Se han reportado secuestros de campesinos, líderes sociales, comerciantes, transportadores y hasta menores de edad, lo que evidencia un patrón de terror y control social. El secuestro exprés, donde las víctimas son retenidas por periodos breves hasta que sus familias pagan sumas relativamente pequeñas, también ha aumentado.


🗺️ Regiones bajo amenaza

Las regiones más golpeadas por esta ola de secuestros son:

  • Cauca: Enfrentamientos entre el ELN, las disidencias del Frente Jaime Martínez y el Clan del Golfo han creado un ambiente caótico en municipios como Argelia, Suárez y Santander de Quilichao.

  • Norte de Santander: Especialmente en el Catatumbo, donde el ELN y el EMC (Estado Mayor Central) libran una lucha por el control de rutas hacia Venezuela.

  • Valle del Cauca: Grupos residuales aprovechan la cercanía a puertos estratégicos y la vulnerabilidad institucional en municipios como Jamundí y Buenaventura.

La situación ha encendido las alarmas en Bogotá y Medellín, donde en las últimas semanas se han presentado casos de secuestros extorsivos a manos de redes criminales urbanas que cooperan con estructuras armadas rurales.


🚫 Críticas a la política de “paz total”

El recrudecimiento del secuestro ha reavivado la controversia sobre la estrategia de “paz total” del gobierno nacional, una política que, según sus críticos, ha carecido de claridad y control.

Expertos en seguridad afirman que la ausencia de directrices firmes para las fuerzas armadas y de policía ha generado una parálisis operativa en muchos territorios. “Hay zonas donde los grupos armados están imponiendo sus reglas ante la pasividad del Estado”, advierten analistas.

A ello se suma la suspensión de operaciones ofensivas en el marco de los diálogos con algunos grupos, lo que, según denuncias locales, ha permitido a estas estructuras reorganizarse, reclutar y fortalecer sus redes delictivas.


🧩 Una crisis multidimensional

Este repunte de secuestros no puede analizarse de forma aislada. Está íntimamente ligado al avance del narcotráfico, el debilitamiento institucional en regiones clave y la fragmentación de los actores armados, muchos de los cuales han dejado de responder a mandos centrales para actuar de forma autónoma y violenta.

El impacto es profundo: familias desplazadas, zonas rurales vaciadas, comunidades silenciadas por el miedo. Las víctimas, muchas de ellas aún desaparecidas, son el rostro de un país que sigue atrapado entre el conflicto y la esperanza.


📢 Llamado urgente a la acción

Las cifras actuales exigen una respuesta inmediata y coordinada. Autoridades locales, organizaciones sociales y organismos internacionales han pedido al Gobierno Nacional que:

  • Fortalezca el aparato judicial y la inteligencia militar

  • Genere mecanismos de protección reales para las comunidades en riesgo

  • Redefina las condiciones de los diálogos con grupos armados, exigiendo ceses reales del secuestro

Mientras tanto, Colombia enfrenta el reto de contener un flagelo que creíamos superado, pero que hoy resurge como uno de los principales enemigos de la paz y la convivencia.

📌 El secuestro, más que un crimen, se ha convertido en el síntoma de una guerra que aún no termina.

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