Santo Domingo llora una pérdida irreparable tras el derrumbe del legendario club Jet Set. El país entero se estremece ante una tragedia que no solo enluta a cientos de familias, sino que marca el fin de uno de los espacios culturales más icónicos del Caribe.
La madrugada del martes 8 de abril se convirtió en una pesadilla para la capital dominicana. Durante una concurrida presentación del célebre cantante Rubby Pérez —considerado la “voz más alta del merengue”— el techo del emblemático club Jet Set colapsó súbitamente, atrapando a más de 400 personas bajo los escombros. Hoy, la cifra oficial de fallecidos asciende a 221, según confirmó entre lágrimas Juan Manuel Méndez, director del Centro de Operaciones de Emergencias (COE), quien también anunció el cierre definitivo de las labores de rescate.
“Esta ha sido la tarea más difícil de mis 20 años al frente del COE”, declaró Méndez, visiblemente afectado. “Pido disculpas, porque cada vez que veíamos una madre, un hijo, un esposo reclamar por su deudo, nos llenábamos de impotencia”.
En total, 189 personas fueron rescatadas con vida, muchas de ellas en estado crítico, lo que deja a la nación con al menos 180 heridos graves. Entre las víctimas mortales se encuentran figuras reconocidas de la política, el deporte y el arte dominicano, lo que evidencia el carácter social y transversal del lugar afectado.
Jet Set no era simplemente una discoteca. Fundado hace cinco décadas, era el corazón de la cultura musical en Santo Domingo. Cada lunes, su tradicional “lunes bailable” reunía a generaciones enteras para celebrar el merengue y la salsa, al ritmo de artistas que marcaron época. Su escenario vio pasar leyendas de la música tropical y funcionó como punto de encuentro para líderes de opinión, empresarios y melómanos por igual.
La última noche fue, trágicamente, un tributo no planeado a la memoria de este símbolo. Rubby Pérez, de 69 años, falleció mientras ofrecía su presentación. Su pérdida ha conmocionado al país entero y su despedida estuvo marcada por homenajes de figuras como Juan Luis Guerra, quien lo recordó como “una voz que nos elevó como pueblo”.
La pregunta que se impone ahora es ¿cómo pudo ocurrir una tragedia de tal magnitud en un sitio con tanto renombre? Las investigaciones preliminares apuntan a fallas estructurales no atendidas a tiempo, pese a las advertencias previas de ingenieros y vecinos sobre el deterioro visible del edificio.
El gobierno ha prometido una investigación exhaustiva y se espera que se inicien procesos judiciales contra los responsables del mantenimiento del local. Mientras tanto, la sociedad dominicana intenta digerir un golpe emocional sin precedentes, con ceremonias de duelo nacional y expresiones de solidaridad que se extienden por todo el continente.
Hoy, República Dominicana no solo llora a sus muertos, sino que también despide a uno de sus templos culturales más queridos. Jet Set era más que concreto y luces; era un símbolo de identidad, de resistencia, de fiesta. Su caída física deja también un vacío simbólico profundo en el alma caribeña.