La desaparición, búsqueda y muerte de Valeria Afanador ha conmovido al país. Pero entre lo que se conoce públicamente y lo que vive la familia, hay espacios oscuros, hipótesis contundentes y un reclamo que no cesa: saber qué pasó con la niña de 10 años. En ese relato, su padre levanta la voz y arroja revelaciones que obligan a cuestionar lo ocurrido, incluso lo que parecía improbable.
1. La mañana que todo cambió
El 12 de agosto, Valeria asistió como siempre al Gimnasio Campestre Los Laureles, en Cajicá. Sobre las 10:00 a. m. la distribución de su día escolar era rutina y conocida. Pero en algún momento, algo extraño ocurrió: Valeria se alejó del salón, jugó cerca de unos arbustos, caminar de un lado a otro acercándose a la cerca viva del colegio. Las cámaras mostraban esos movimientos: ella cruzaba entre la cerca y regresaba varias veces. Finalmente, se desvaneció del registro visual.
La situación encendió alarmas. La comunidad escolar inició búsquedas internas y enfrentaba la pregunta inclemente: ¿cómo alguien, incluso con movilidad limitada por su condición (Valeria tenía síndrome de Down), pudo salir sola del colegio? Para la familia, esa posibilidad era inviable.
2. El reclamo del padre: “Ella no pudo salir sola”
Manuel Afanador, su papá, desde los primeros días insistió con fuerza en una hipótesis: su hija no salió por voluntad propia ni sin ayuda. Señalaba que alguien debió haber estado detrás de ese momento, dándole indicaciones o ejerciendo una presión invisible. En sus palabras:
La niña no era de tomar riesgos sin compañía.
No hubo testimonio ni evidencia clara de que se moviera sola más allá del colegio.
Si alguien la esperaba afuera, el colegio debía saberlo o haberlo detectado.
Esa versión implicaba que detrás de la desaparición había una acción de terceros, no un periplo accidental.
3. Días de búsqueda y hallazgo inesperado
Durante 18 largos días, autoridades, rescatistas y voluntarios rastraban Cajicá y zonas aledañas, especialmente el cauce del río Frío, cercano al colegio. Se hicieron recorridos, rastreos, monitoreos intensivos allí donde el predio colinda con zonas verdes y con el afluente.
Finalmente, el 29 de agosto se registró el hallazgo doloroso: el cuerpo sin vida de Valeria fue encontrado cerca del río Frío, a unos 300 metros del colegio. Lo llamativo: el lugar había sido rastreado y revisado antes, sin indicios visibles de su presencia. Eso generó interrogantes: ¿por qué no se halló antes si estaba allí desde el inicio? ¿O fue puesta allí días después por terceros?
4. La autopsia y los vacíos que siguen
El informe de Medicina Legal concluyó que la causa de muerte fue ahogamiento (sumersión). No se encontraron señales visibles de violencia física o heridas contundentes. Pero ese dictamen, aunque confirma la forma en que murió, no responde el cuándo ni el cómo de su desplazamiento hasta el agua.
El cuerpo presentaba cambios cadavéricos y signos que podrían indicar exposición al agua por un período compatible con la desaparición. Pero los análisis finos (laboratorio, trazas, huellas) aún están en curso.
Para la familia y su abogado, esas conclusiones no descartan que alguien la empujara, la dirigiera o la hiciera correr hacia el cauce. Que el ahogamiento sea la causa de muerte no excluye la intervención externa.
5. Hipótesis y líneas de investigación activas
Con los hechos disponibles, estas hipótesis toman fuerza:
Que Valeria fue retirada del colegio por un desconocido que sabía de su condición y la dirección al río.
Que su cuerpo fue trasladado al cauce días antes del hallazgo para dificultar la búsqueda.
Que, aunque caminó por la cerca, no lo hizo sin ayuda o guía.
Que la línea institucional del colegio pueda tener responsabilidad por omisión, falta de vigilancia o negligencia en medidas de protección de alumnos.
Que las cámaras u otros dispositivos en el entorno educativo o cercano tengan pistas no divulgadas aún.
Adicionalmente, dos profesores del colegio han sido citados por la Fiscalía para dar declaración juramentada, con la expectativa de reconstruir qué hicieron en las horas críticas.
6. El peso del dolor y las decisiones posteriores
El impacto en la familia va más allá de la pérdida: sus hijos menores viven con miedo constante. Según el padre, frases como “Papá, tenemos miedo de que salgas y no regreses como le pasó a Valeria” suenan en su casa. Por esa razón, tomó una decisión drástica: los trillizos (hermanos de Valeria) fueron retirados del mismo colegio para resguardar su seguridad emocional y física.
También la comunidad del colegio reaccionó: algunos padres decidieron trasladar a sus hijos por temor, la institución enfrenta procesos administrativos para evaluar posibles fallas internas y la familia evalúa acciones judiciales contra la institución y personas que podrían estar detrás del episodio.
7. Entre certezas y lo desconocido
Al día de hoy, el caso de Valeria tiene certezas escalofriantes: desapareció dentro del colegio, fue hallada muerta en el cauce cercano, murió por ahogamiento. Pero deja tras de sí un rastro de incógnitas:
¿Cuándo entró al agua?
¿Estuvo viva durante días después de desaparecer?
¿Quién la sacó del colegio y la llevó al cauce?
¿Por qué no se encontró antes si el lugar se había rastreado?
¿Qué responsabilidades tienen el colegio y las autoridades locales?