Gaza, 2025.
La muerte de la reportera visual palestina Mariam Abu Dagga, quien perdió la vida durante un ataque aéreo en el hospital Nasser de Gaza, sacudió al mundo. En el momento de su muerte, dejó una carta para su hijo Gaith, de 13 años, considerada ahora un símbolo del costo humano de la guerra y la valentía de quienes informan desde vías de alto riesgo.

Un mensaje que trasciende la guerra

Dirigiéndose a Gaith, Dagga escribió frases cargadas de ternura y fortaleza: “Eres mi amor, mi corazón, mi apoyo, mi alma”. Lo animó a rezar por ella en lugar de llorarla, afirmó que había hecho todo por mantenerlo feliz y seguro, y lo exhortó a demostrar quién es y convertirse en una persona exitosa. Su deseo más profundo: que cuando tenga una hija, la llame Mariam, en su honor.

Estas palabras fueron leídas con emoción por el embajador de Argelia ante la ONU, transformándose en un testimonio conmovedor de lo que significa ejercer el periodismo en territorios en conflicto, con el conocimiento de que el riesgo es extremo.

Detrás del lente, una madre

Mariam trabajaba como periodista independiente para medios internacionales en Gaza, cubriendo con coraje la crisis humanitaria. Desde que estalló el conflicto, vivía separada de su hijo, quien fue evacuado a los Emiratos Árabes Unidos por seguridad.

En su profesión, llevaba la cámara como única arma, con la certeza de que podía no volver. La carta refleja su amor infinito y una consciencia clara del peligro que enfrentaba diariamente.

Reflexión — Voz y memoria

El testimonio de Dagga es un llamado conmovedor a valorar el trabajo periodístico y honrarlo con protección. Su mensaje personal se convirtió en un símbolo vivo: no sólo de la violencia desatada en los hospitales y los campos de guerra, sino también de la dignidad, la fuerza y el amor que siguen latiendo en las historias humanas detrás de los titulares.