ITAGÜÍ, Antioquia — 14 de agosto de 2025.
La tarde del lunes 11 de agosto, una escena común en el barrio Villa Paula terminó en horror colectivo. Esteban Yepes Palacio, un joven de 19 años, fue brutalmente apuñalado por detrás por un hombre en situación de calle identificado como William de Jesús Cadavid, de 77 años, mientras paseaba tranquilamente a su perro. El hecho fue captado por cámaras de seguridad y ha generado conmoción en el municipio.
Lo que ocurrió
Momento del crimen: Esteban salía de una tienda de mascotas cuando, sin intercambio previo, William se devolvió y le propinó una puñalada mortal en el cuello. El joven cayó a los pocos metros del incidente, en plena vía pública.
Intentos de auxilio fallidos: Bomberos atendieron la emergencia de inmediato, pero la hemorragia fue demasiado intensa y fulminante.
Captura relámpago: Gracias al sistema de videovigilancia y la rápida coordinación entre Policía y Ejército, el agresor fue detenido minutos después en Envigado.
Más allá del video
Los registros de testigos en el sector coinciden en que no hubo discusión ni provocación: la agresión fue totalmente espontánea e irracional. Uno de los testigos, quien lo atendió poco antes en la tienda, afirmó que, tras brindarle atención cordial, segundos después ya lo habían apuñalado.
¿Motivos? Testimonios familiares arrojan otra luz
Inicialmente se especuló que Esteban se habría negado a dar una limosna al agresor, desatando el ataque. Pero según su hermana, la agresión fue provocada por otro motivo: el hombre le habría dado una patada al perro de Esteban. El joven, al ver el maltrato, hizo un comentario al respecto, tras lo cual el hombre lo esperó, lo persiguió y lo atacó por la espalda minutos después.
¿Quién era el agresor?
William de Jesús Cadavid no figuraba en registros judiciales ni había sido vinculado a programas sociales, a pesar de las inversiones del municipio para atención a personas en condición de calle.
Testigos contaban que era un hombre con conducta errática, que incluso mostraba agresividad al no recibir dinero o comida.
Su perfil sugiere un historial de vulnerabilidad social prolongada, sin atención efectiva ni contención.
Editorial: un hecho que exige reflexión y acción
Este crimen interpela a autoridades y sociedad civil por igual. No solo es una pérdida trágica de una vida joven, llena de sueños y potencial, sino también un espejo del abandono institucional frente a quienes viven en condiciones extremas.
Seguridad preventiva efectiva, no solo represiva.
Atención integral a población en calle, antes de que situaciones límite desemboquen en tragedia.
Cultura del cuidado colectivo, donde un paseo con un perro no sea una apuesta arriesgada por sobrevivir al detrito urbano.
Colombia, cada vez más, está siendo llamada a transformar el dolor en políticas de protección real, no solo en discursos de condena.
Conclusión
Esteban desapareció en una tarde que prometía ser como cualquier otra. Su muerte revela heridas más profundas: negligencia, vulnerabilidad y violencia brutal. Hoy Itagüí no solo llora una vida truncada, sino una oportunidad perdida de atención humana a quienes viven al margen. Y ese luto colectivo debe impulsarnos a cambiar lo inevitable, por dignidad.