Actualmente, hay al menos 20 incendios activos, y los departamentos de Tolima y Huila son los más afectados, con varios focos de fuego en áreas rurales que han devastado miles de hectáreas de vegetación.
En Tolima, las zonas de Líbano, Santa Isabel, y Murillo son algunas de las más afectadas. Las altas temperaturas y la temporada de sequía han intensificado los incendios, dificultando los esfuerzos de las autoridades para contenerlos. Además, la deforestación y las actividades humanas contribuyen a que los incendios se propaguen rápidamente. En Huila, se han reportado focos en municipios como Neiva, Paicol y La Plata, donde el fuego ha consumido grandes áreas de bosque y cultivos, poniendo en riesgo a las comunidades cercanas.
Las autoridades ambientales y organismos de socorro, incluyendo el cuerpo de bomberos y la Defensa Civil, han intensificado las labores para controlar los incendios, pero enfrentan grandes desafíos debido al difícil acceso a algunas de las zonas afectadas y la falta de recursos adecuados.
El gobierno ha activado planes de emergencia y solicita el apoyo de la población para evitar cualquier actividad que pueda propagar el fuego, como las quemas agrícolas. Además, se están evaluando las causas detrás de estos incendios, que en muchos casos parecen estar relacionados con prácticas ilegales como la tala de árboles y la expansión de la frontera agrícola.
Esta situación ha generado una preocupación generalizada sobre las consecuencias ambientales, ya que los incendios no solo destruyen la flora y fauna local, sino que también afectan la calidad del aire, agravando problemas de salud en las zonas afectadas. Las autoridades han pedido precaución a la ciudadanía, especialmente a las comunidades rurales, y un llamado a evitar el uso irresponsable del fuego en áreas naturales.
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