14 años: con puñal asesinan a compañero de colegio en Usme y reviven crisis juvenil

Bogotá, junio de 2025.
La capital amaneció estremecida por un nuevo episodio de violencia adolescente que ha desatado una ola de indignación social. Un joven de 14 años fue hallado muerto en el sector del río Tunjuelito, en la localidad de Usme, con múltiples heridas de arma blanca. Según los primeros reportes, dos compañeros de colegio estarían involucrados, uno de ellos su expareja sentimental.

Este trágico hecho, que mezcla violencia escolar, relaciones tóxicas y negligencia institucional, ha reabierto el debate nacional sobre la seguridad en entornos educativos y el alcance de la violencia juvenil en Colombia.


⚠️ El crimen: puñales en los pupitres

El adolescente había sido reportado como desaparecido por su familia, tras no regresar a casa el día anterior. Horas después, su cuerpo fue encontrado por vecinos de la zona en un paraje semiboscoso, con signos de haber sido atacado brutalmente con un arma cortopunzante.

La investigación en curso revela que los responsables serían dos compañeros del mismo plantel educativo, quienes habrían planeado el ataque por motivos personales y de acoso emocional. Uno de ellos, según versiones no oficiales, habría sostenido una relación conflictiva con la víctima.


🔍 ¿Qué hay detrás de este caso?

Más allá del horror que provoca el hecho en sí, la sociedad se enfrenta nuevamente a preguntas incómodas:

  • ¿Dónde están las alertas tempranas del sistema educativo?

  • ¿Qué tipo de acompañamiento psicosocial reciben nuestros adolescentes?

  • ¿Qué mensajes están recibiendo sobre resolución de conflictos, afectos y violencia?


🎙️ Voces que reclaman respuestas

Profesores de la institución educativa donde estudiaban los tres jóvenes confirmaron que ya se habían presentado episodios de intimidación y agresiones verbales, pero no se tomaron medidas correctivas eficaces. Los padres de la víctima claman por justicia, pero también por reformas reales: “Mi hijo no murió por un crimen pasional, murió porque el colegio y el Estado no supieron protegerlo”, dijo su madre en medio del dolor.

Expertos en infancia y adolescencia advierten sobre la fragilidad emocional que enfrentan los jóvenes en sectores vulnerables, expuestos a entornos familiares fragmentados, carencias afectivas y consumo temprano de contenidos violentos.


🧠 Violencia temprana, respuesta tardía

Este caso se suma a una preocupante lista de eventos similares registrados en lo que va del año. Puñaladas en las aulas, peleas grupales fuera de los colegios, amenazas con armas blancas, y ahora, un homicidio entre adolescentes.

Las cifras muestran que la violencia interpersonal entre menores de edad ha tenido un crecimiento exponencial en Bogotá, especialmente en localidades como Usme, Bosa y Ciudad Bolívar, donde la falta de oportunidades y los entornos de exclusión social incuban comportamientos destructivos.


🧩 Un llamado a la transformación

La tragedia ha encendido las alarmas en el Gobierno distrital, que se ha comprometido a reforzar el acompañamiento en colegios públicos, aumentar la presencia de orientadores y activar campañas de prevención de violencia en entornos escolares y virtuales.

Sin embargo, los ciudadanos y organizaciones sociales reclaman acciones de fondo: formación emocional desde la primera infancia, protección integral en entornos educativos, y un cambio urgente en la forma en que el país aborda la salud mental juvenil.


¿Estamos criando a nuestros jóvenes para convivir… o para sobrevivir?
La muerte de este joven no debe ser un dato más en las estadísticas. Debe marcar un antes y un después en el compromiso colectivo por reconstruir el tejido emocional de nuestra juventud.

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