El departamento de Chocó, en el noroeste de Colombia, enfrenta una emergencia climática de gran escala tras semanas de intensas lluvias que han ocasionado desbordamientos de ríos y deslizamientos de tierra. En la región, conocida por su vulnerabilidad a las inclemencias del clima, al menos 46,000 familias de 27 municipios han sido afectadas, sufriendo daños graves en sus viviendas, cultivos y servicios básicos, incluyendo agua potable y electricidad.
Las autoridades han declarado el estado de calamidad pública y han movilizado una serie de acciones de emergencia para mitigar el impacto en la población afectada. Equipos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres se han desplegado en las zonas más críticas, entregando kits de emergencia que incluyen alimentos, artículos de aseo, colchonetas, y sábanas. A la par, el gobierno ha activado planes para asegurar el suministro de agua potable en albergues temporales y ha comenzado a gestionar subsidios de arrendamiento para aquellos que han perdido sus viviendas.
El Ministerio de Defensa ha asignado unidades militares para asistir en la seguridad de los municipios afectados y colaborar en las tareas de evacuación y rescate. Un contingente de ingenieros militares también se ha sumado a las labores de reconstrucción, especialmente en la recuperación de vías que permitan un acceso rápido a las comunidades. La Fuerza Aérea ha aportado medios aéreos para facilitar el transporte de ayuda humanitaria y la evacuación de personas en zonas aisladas, mientras que la Armada ha desplegado embarcaciones para asistir en los desplazamientos sobre los ríos.
La situación en Chocó refleja desafíos históricos de infraestructura y vulnerabilidad en una región donde las lluvias intensas son recurrentes, pero el impacto social sigue siendo devastador debido a la falta de medidas preventivas sostenibles. Las autoridades locales han reiterado la necesidad de inversiones en infraestructura que mejoren las condiciones de vida en las comunidades más aisladas y reduzcan el riesgo de desastres futuros. En esta ocasión, se espera que las medidas de emergencia brinden alivio inmediato a los damnificados, mientras los líderes regionales y nacionales evalúan soluciones a largo plazo para una región acostumbrada a enfrentar el impacto del clima extremo sin los recursos necesarios.